«Y los dioses, sentados junto al fulminante Zeus, miraban con admiración el ímprobo trabajo de los aqueos de broncineas túnicas. Y habló así entre aquellos Poseidon el que conmueve la tierra: -padre Zeus ¿quién de los mortales que viven en la tierra inmensa consultará en el futuro a los Inmortales, acatándola? ¿No adviertes que los que los aqueos melenudos han construido ante sus naves una muralla con foso en derredor, y no ofrecieron ilustres holocaustos a los dioses? Su gloria se extenderá tanto como la luz de la Aurora, y los muros que Febo, Apolo y yo alzamos al héroe Laomedón serán echados en el olvido» (Homero. La Iliada. Rapsodia VII)
La transición del pensamiento mitológico al pensamiento racional suele hacerse coincidir con el surgimiento de la Filosofía aproximadamente en el Siglo VI a.C., aunque quizá en este pasaje de La Iliada ya se anticipa una idea inquietante, y es que el ser humano se basta así mismo y no necesita de la ayuda de los dioses, por lo que estos acabarán siendo olvidados. El mito es entonces sustituido por el pensamiento racional, científico y filosófico. Se suele pensar que fue la escritura, al someter la tradición oral a la rigidez de la lógica necesaria de texto escrito, la que posibilitó el abandono de las formas del pensar mitológico. Sin embargo, cabe pensar que los mitos nunca han dejado de acompañarnos. Si bien los mitos han dejado de ser cosmogónicos y no sirven para explicar el origen del cosmos, eso no quiere decir que no cumplan otras funciones, y que no estén ahí, revestidos de nuevos ropajes, para hablarnos sobre la naturaleza de las relaciones humana, de la moral, la justicia, el bien, el deber y los anhelos y esperanzas del ser humano.
Gustav Jung, fundador de la Psicología Analítica, nos decía que en los mitos existe un valor simbólico que permite crear representaciones de aspectos claves de la cultura. Estos arquetipos son expresiones de un inconsciente colectivo en el que se expresan, mediante narraciones fantásticas, aspectos esenciales de la naturaleza y de la cultura humana.
Un arquetipo que aparece en todas las culturas es la figura del héroe. El héroe es el arquetipo en el que se reúnen todas las virtudes del ser humano idealizadas en su figura. Es aquí donde la aparición en la literatura popular, en el comic o en el cine, de la figura del Superhéroe parece sustituir a los héroes clásicos que hemos heredado de la tradición grecoromana. Los Superhéroes que podemos ver ahora en el cine o leer en los comics de Marvel serían nuestros Aquiles, Héctor, Jason o los argonautas actuales.
Para Joseph Campbell (Campbell (1962-1968) La máscara de Dios. Alianza Editorial. Madrid. y Campbell (1992) El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. F.C.E.) , el mito cumple a lo largo de los tiempos funciones esenciales en todas las sociedades. Funciones relacionadas con la necesidad de guiar la conducta de los sujetos o de validar el orden social y político existente, dando así consistencia a una cultura. Como veremos, estas funciones son perfectamente asumidas por nuestros héroes modernos, conformando así la nueva mitología.
El director y escritor Guillermo del Toro justifica la aparición de la literatura del Superhéroe: “El mundo necesita una nueva mitología, y esa mitología es la de los superhéroes. […] Este es un periodo política y humanitariamente muy desconcertante, en el que se ha producido un serio retroceso en la línea ética de la humanidad como especie y se requiere un replanteamiento de la existencia en términos heroicos”.
En su obra The Power of Myth (J. Campbell,(1991) El poder del mito, en diálogo con Bill Meyers. Emercé, Barcelona) Campbell sostiene que todo héroe debe transitar de forma cíclica por tres etapas. La salida, como respuesta a una llamada, en la que el héroe abandona el estado o la situación en la que se encuentra y se incorpora al mundo. La salida permite al héroe tomar el camino de la iniciación superando pruebas que le permitirán configurarse como el héroe que es y en la que se muestra como el ser digno de poseer las cualidades que le convierten en un héreoe. Por último, el héroe, transformado, debe volver a su estado inicial en una fase de regreso con la que se completa el ciclo.
La profesora Rebecca Housel («El mito, la moral y las mujeres de la Patrulla X» en Morris, T. y Morris M. (ed.)2010). Los superhéroes y la filosofía. Blackie Books, Barcelona) identifica estas fases por las que evoluciona el héroe, en la figura de Tormenta Perfecta, heroína que se incorpora a la Patrulla X y que aparece por primera vez en el número I del cómic Gigant-Size X-men en 1975. Los superpoderes que reúne la princesa Munroe Ororo Iqadi T’challa, hija de una princesa africana y de un periodista estadounidense, le permiten controlar los fenómenos atmosféricos. Tormenta abandona el lugar de diosa que ocupa en su tribu keniata, y es reclutada por el Profesor Xavier para superar las pruebas que el destino le depara en su nueva condición de heroína y luchadora por el bien y la justicia. Para volver transformada y encontrar un nuevo objetivo que cumplir.
Es quizá en la figura de Jean Grey una de las integrantes originales de la Patrulla X, cómic que se edita por primera vez en 1963, donde se pueden observar estos cambios paradigmáticos del héroe. Jean Grey se transformará, en un acto de sacrificio final para salvar la vida de sus compañeros mutantes, en Phenix. En este nuevo estado trasciende su situación inicial y se convierte en una nueva figura que requiere de nuevas metas y nuevas pruebas, para desgracia de Cíclope y de Lobezno.
Una de las peculiaridades del héroe, clásico o moderno, es que representa simbólicamente la conciencia colectiva de una cultura en una época concreta. En 1929 se produce la gran crisis del sistema económico norteamericano dando lugar a “La Gran Depresión”. Es en esta época cuando se empiezan a popularizar las historietas gráficas y los comic-books, en sus muchas variantes. Aventuras, misterio, ciencia ficción son los ingredientes de estas nuevas manifestaciones culturales que permiten fantasear con un mundo al margen de la situación de crisis, paro, tragedias personales y cotidianas a las que se enfrentaba la gente a diario. Es por tanto la manifestación de una fantasía colectiva lo que dará lugar a la popularización de personajes surgidos en esa época como Superman, Batman o el Capitan Marvel, que no serían sino la evolución de personajes heróicos anteriores como Dick Tracy o Flash Gordon.
Si algo caracteriza a un héroe es su alto sentido del deber y de la justicia. Un Superhéroe actúa, diría Kant, por deber, y no simplemente conforme al deber. Ser un Superhéroe requiere altas dosis de sacrificio y de renuncia. En su transformación como Superhéroe, Peter Parker, tras un suceso dramático como es la muerte de su tío a manos de un delincuente , que hace de efecto llamada y que le lleva a convertirse en un defensor de la justicia y en un enemigo del delito y del crimen, pasa por estados en los que se plantea si no debería renunciar a los poderes que tiene como Spiderman y que le impiden llevar una vida normal con Gwen Stacy o Mary Jean. Es sólo un alto concepto del deber lo que le lleva a seguir persiguiendo el crimen. (Un interesante artículo sobre las mujeres en la vida de Spiderman lo podéis encontrar en “Las mujeres de Spiderman” Blog de Julian M. Clemente. Visitado el 29/09/2012)
Podíamos decir que los Superhéroes, al menos hasta la década de los años 80 del pasado siglo, pasarían con nota el test de Kohlberg. En su análisis sobre el desarrollo moral, L. Kohlberg diferenciaba entre tres niveles. Un nivel “preconvencional” centrado fundamentalmente en el propio sujeto y que le lleva a comportarse de una forma egoísta intentando evitar situaciones dolorosas y centrarse sólo en la búsqueda de placer inmediato. Un segundo Nivel “convencional” en el que el sujeto busca ser aceptado por un grupo. Para ello el sujeto pretende satisfacer las expectativas que el grupo tiene de él cumpliendo de forma acrítica las normas sociales establecidas. Y por último, un nivel “postconvencional” en el que el sujeto se replantea las normas y se pregunta con frecuencia si lo justo no sería precisamente incumplir con la norma y saltarse la ley, aunque esto le suponga graves perjuicios personales. Las personas que alcanzan un nivel de desarrollo moral tan alto justifican sus acciones apelando a principios éticos de carácter universal. Se trata de un nivel de razonamiento en el que se acepta que situaciones diferentes requieren planteamientos y acciones diferentes. Desde esta perspectiva el Superhéroe se encuentra revestido de virtudes morales como la piedad, la justicia, el sacrificio y representarían el anhelo colectivo de un mundo más justo.
Pero ¿puede precisamente este alto sentido del deber y de la rectitud moral convertir a los superhéroes en “Justicieros del imperio”? (Pedro Granoni. Justicieros del imperio. Los superhéroes en la guerra contra el terror. Visitado el 29/09/2012) Tebeosfera). El Superhéroe clásico acaba convertido en un defensor del sistema y del orden social establecido convirtiéndose este tipo de literatura en una “literatura tranquilizadora, socialmente integradora que no deja espacio para el cuestionamiento de las estructuras sociales”.
Si hay un defensor de este orden social y económico establecido es el Capitan Ameríca. El Capitan América surge durante el periodo de la II Guerra Mundial para luchar contra los enemigos de Norteamérica que se presenta a sí misma como salvaguarda y garantía de los valores democráticos, frente a la tiranía nazi o comunista. Estos “héroes limpios” de cualquier duda sobre su antiamericanismo o la moral al uso, acabarían integrados en la JSA (Sociedad de la Justicia de América) creada por Sheldon Mayer y el escritor Gardner Fox en 1940 (All Star Comics nº 3) y posteriormente, en los sesenta, en la JLA (Liga de la Justicia Americana) que apareció por primera vez en The Brave and the Bold N° 28.
“Cuando miras largo tiempo al abismo también este mira dentro de tí” (F. Nietzsche)
Es a partir de la publicación de Watchmen (Alan Moore guión y dibujos de Dave Gibbons (1986). DC Comics.) (Argumento y personajes) cuando la mitología del superhéroe da un giro radical y permite hacer una reflexión más profunda y menos inocente sobre la psicología de los personajes, la política, la moral y las ideas de justicia.
Los cómics han dejado de ser, si es que alguna vez lo fueron, historias inocentes que relatan las aventuras de tipos embutidos en ridículos disfraces. Las cuestiones que se plantean en los cómics y en las novelas gráficas no son sólo problemas que se han venido tratando en la historia de la filosofía, son la expresión de los problemas que afctan a una sociedad en la que las ideas de justicia, de la acción política, del papel que debe jugar el ciudadano ante las leyes y qué hacer cuando las leyes son contrarias a los intereses de los ciudadanos y a sus convicciones morales, han dejado de ser meros constructos teóricos y exigen una respuesta en la que cada uno deberá decidir de qué lado está.
Si en Watchmen y en Civil War (argumento y contexto) el problema que se plantea es qué hacer ante el abuso del poder y como combatir el crimen puede llevar a “nuestros defensores” a convertirse en criminales, haciendo buena la sentencia de Nietzsche: ” Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en un mostruo.Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti”). En V de Vendetta (guion de Alan Moore y dibujo de David Lloyd), este problema se aborda desde la perspectiva del que reclama la venganza y la violencia como arma política. El Doctor Manhattan, Nite Owl, Rorschach y el resto de personajes que aparcen en Watchmen no dudan en hacer uso de una violencia extrema en su lucha contra el crimen. En Civil War, el debate entre libertad y seguridad dará lugar a un conflicto de consecuencias devastadoras, aunque no menos devastadoras que la decisión de Ozimandias de hacer desaparecer la ciudad de Nueva York para así poder salvar a la humanidad. Y para V, matar al ministro del interior o al director de la policía no es algo cuestionable, sino que se enmarca dentro de nuestro derecho a combatir la tiranía y a defendernos del abuso de los poderosos, aunque esto implique volar el Parlamento.
“sin duda, somos criminales, siempre hemos sido criminales. Tenemos que ser criminales” (Batman) (Frank Miller (1986) The Dark Knight Returns. DC Comics. NY Batman. El regreso del caballero oscuro (2006) Planeta DeAgostini. Barcelona)
La línea que separa la justicia y la venganza se vuelve muy fina, y la venganza se presenta entonces como un sentimiento tan deseable como el de la justicia. En un mundo en el que no cabe esperar justicia, la venganza se vuelve una aspiración legítima. ”“El pueblo no debería temer al gobierno, el gobierno debería temer al pueblo.” “Recuerden, recuerden, el cinco de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora de evocarla sin dilación”. (V de Vendetta)
En una época convulsa en la que los intereses políticos y financieros están alejados de los intereses de los ciudadanos y en la que las leyes y la acción política de los representantes dejan fuera a los ciudadanos de la toma de decisiones, se hace necesaria una reflexión sobre qué hacer cuando el conflicto esté servido.
“La lección de Watchmen parece clara, si abdicamos de nuestro derecho a reclamar un mundo justo y encargamos ese trabajo a alguien, ese grupo acabará decidiendo sobre nuestra seguridad, protección y en última instancia sobre la idea misma de justicia”. (Aeon J. Skoble «Revisionismo de superhéroes en Watchmen y The Dark Knight Returns»).
P. D. También hubo en un tiempo héroes españoles que nos hicieron pensar en la posibilidad de un mundo más justo. Pero bueno, eso quedó allá por el plesitoceno.