Publicado en Filosofía

Sobre la utilidad de la Filosofía


Autor: José Luis Fernández Moreno

"¿Y por qué su culo apunta al cielo?" / "Es que aprende astronomía por su cuenta" http://ohcaspita.wordpress.com/
«¿Y por qué su culo apunta al cielo?» / «Es que aprende astronomía por su cuenta»
http://ohcaspita.wordpress.com/

Desde que Aristófanes escribiera Las nubes, mucho se ha dicho sobre la utilidad y la función de la Filosofía. Si desde fuera la actividad filosófica se ha considerado, en el mejor de los casos, como una pérdida de tiempo (Filosofía= cantidad de tonterías dividida por unidad de tiempo). Desde dentro también ha sido frecuentemente cuestionada.

Aún recuerdo el congreso en Granada “¿Filosofía para qué?”.

Kant en la Crítica de la Razón Pura ya advertía de la parálisis que sufría por entonces la Filosofía (metafísica) si se la comparaba con el desarrollo que estaban experimentado otras áreas del conocimiento. Los empiristas hablaban de arrojar los libros de metafísica a la hoguera. Ayer, Carnap y compañía nos dejaron muy claro que cierta actividad filosófica podría ser denunciada en un juzgado de guardia; y más recientemente, Sokal y Bricmont nos alertaban de las “Imposturas intelectuales” que ejercen los llamados filósofos postmodernos (Lacan, Deleuze, Baudrillard…)

Mira que uno ha visto cosas raras, y más en la Facultad de Filosofía, tanto que casi podría asumir el famoso monólogo de Nexus VI en Blade Runner “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…”. En una facultad donde algunos profesores veían extrañas relaciones, que sólo ellos eran capaces de entender, entre la Filosofía Analítica y los campos de exterminio, y donde, así me lo hace saber un antiguo alumno de este centro, el Departamento de Filosofía 2 ha programado unas conferencia con el título “La comunidad ortopédica. Prolegómenos para una crítica de patologías según el paradigma inmunológico” y “Sombras de la hibridación y la alteridad a la luz del claro”.

Una labor propia de la Filosofía es cuestionar su propia actividad, pero que un político cuestione su utilidad y su derecho a recibir financiación del Estado es excesivo. Recientemente un político de la coalición conservadora en Australia ha defendido que se deberían retirar las subvenciones a las investigaciones en Filosofía en particular y de las humanidades en general, por suponer para las arcas del Estado un “despilfarro”, al tratar estas investigaciones sobre asuntos “ridículos” y de escasa utilidad.

En estos tiempos que corren, en los que se quiere eliminar del currículo las asignaturas de Filosofía, sirvan estas rápidas reflexiones sobre los exabruptos del político conservador australiano para intentar aclarar a qué se dedica la Filosofía y dar comienzo al nuevo curso.

Dos son los problemas que se plantean a raíz de las declaraciones del político. De un lado, como Paul Redding señala en su respuesta publicada en The Guardian al político conservador, la labor en Filosofía no es ociosa y por lo tanto, su financiación no es un despilfarro. La Filosofía, comenta Redding, trabaja con conceptos, de la misma manera que los matemáticos trabajan con números, Los conceptos son “las bisagras de los procesos de razonamiento” y permiten establecer conexiones entre conceptos y con el resto del mundo.

brainpages.org
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Trabajar con conceptos nos permite ir más allá de ser simples artefactos biológicos que reaccionan a los cambios en el entorno, continúa Redding. Es precisamente la capacidad de trabajar con conceptos lo que nos convierte en lo que somos.

La Filosofía es análisis de conceptos y ayuda a otras disciplinas a clarificar sus propios conceptos y a establecer relaciones que permiten su desarrollo y la transferencia de conocimiento de unos campos del saber a otros.

Sería largo y no es el momento de hablar de la relación entre ciencia y Filosofía, pero la Filosofía puede, aunque ese no sea su interés primordial, tener una dimensión práctica. Pensemos en los trabajos que se realizan en ética, o cómo los estudios en neuroética tienen una repercusión directa en campos como el derecho, el marketing o los implantes en robótica y nanotecnología.

El segundo problema que se plantea es la injerencia de los políticos en el ámbito de la investigación. Si bien es cierto que se debe regular con criterios de eficacia y de oportunidad en qué se gasta el dinero de los ciudadanos/as, no está tan claro que sean los políticos/as quienes tengan que tomar esas decisiones. Capacitar a los políticos/as para crear una versión del “Ministerio de la verdad” supone aceptar que los políticos son independientes y no se dejan influenciar por los intereses de las grandes corporaciones, del mercado, o simplemente de aquellos que, de una manera más o menos legal, financian sus actividades. Pensemos simplemente en lo que ahora se llama “la puerta giratoria” por la que los políticos salen de su actividad privada, pasan un tiempo dedicados a la política, y finalmente vuelven a sus actividades privadas curiosamente trabajando para grandes empresas de sectores energéticos y estratégicos. De esta manera se puede diseñar desde la política energética de un país, a decidir las líneas de investigación que se van a financiar en ámbitos tan complicados como la biomedicina, tecnología de doble uso, o las relaciones que se tienen con las industrias farmacéuticas.

Cuando un proyecto de investigación es aprobado, en el caso que nos ocupa por el Australian Reasearch Council, debe haber superado todos los filtros burocráticos, demás de los que imponen los propios protocolos de investigación. Es la comunidad de investigadores/as quienes tienen que decidir en qué merece la pena investigar. Si la inversión privada puede ofrecer utilidad y que el dinero invertido acabe dando réditos no sólo económicos, la inversión pública debe garantizar la independencia de los investigadores/as.

Finalicemos con un argumento de autoridad a favor de Redding

4.112. El objeto de la filosofía es la aclaración del pensamiento.

Filosofía no es una teoría sino una actividad […] El resultado de la filosofía no son ‘proposiciones filosóficas’ sino el esclarecerse de las proposiciones.

La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos o confusos.” (Ludwig Wittgesntein. Tractatus Logico-Philosophicus)

 

 

 

 

 

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Autor:

Manuel Daza Ramos. José Luis Fernández Moreno. Profesores del Departamento de Filosofía IES Mediterráneo. Salobreña (Granada)

4 comentarios sobre “Sobre la utilidad de la Filosofía

  1. En los tiempos que corren, buscar actividades de índole cultural o académica sobre las que meter la tijera parece que se ha convertido en un imperativo categórico para los de arriba. Es triste que ya la cultura o el conocimiento no tengan un valor que antaño parecía intangible, incalculable, y nadie se atrevía a cuestionarlo. Ahora desgraciadamente el reduccionismo económico parece constituir las cuerdas de ese gran titiritero a la sombra que es el neo-liberalismo, y que pretende influir, por emplear un término suave, en todas y cada una de las actividades del ser humano. Todo parece tener un precio, incluidas las ideas.
    Me parece muy interesante el comienzo del artículo, acerca de la cada vez mayor pérdida de interés por la filosofía. Sinceramente, a mí no me parece una cuestión fruto del azaroso destino, sino más bien de la construcción de un discurso sobradamente premeditado y cargado de intencionalidad contra la disciplina de la Filosofía.
    Uno echa la mirada atrás, a los años en los que uno recibió la Educación Secundaria, incluido el Bachillerato, y recuerda las asignaturas de Ética o Filosofía, esas materias insulsas que te enseñaban que cuatro chiflados se pusieron un día de acuerdo para pensar sobre la propia existencia, o sobre los valores de la humanidad. Uno mira a su alrededor y no ve más que caras largas que desean que acabe la clase, al mismo tiempo que exhalan un suspiro tras otro. Al final, ese curso se acaba, y ya te puedes poner a pensar en lo que verdaderamente te interesa. Pero cuidado si lo que te interesa es la Filosofía, porque ya está ahí el profesor o el amigo de turno diciéndote que «dónde vas estudiando algo que no tiene futuro».
    Y esa es la parte fundamental del gran discurso construido desde arriba: la idea de que la Filosofía no tiene futuro. Esos economistas que prevén el futuro en unos gráficos parece que tienen la gran estupidez o incompetencia de olvidar que muchos de los economistas más célebres de la historia también fueron filósofos, tales como Adam Smith, padre del liberalismo, u otros como Karl Marx (pero bueno, en qué estaré pensando…).
    La Filosofía no es una pérdida de tiempo, no es un pensamiento superfluo. Es una manera de ver y entender la vida, de explicar la existencia, de comprender por qué somos como somos, y actuamos como actuamos. Y sobre todo algo muy importante, la Filosofía no es pasado. Es presente, en la medida en que también hoy día intentamos responder a los interrogantes que otros muchos se hicieron en el pasado: ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es la justicia? ¿Qué es el bien o el mal? ¿Qué es el poder?
    Y hay algo que quisiera sacar en claro con este comentario: la Filosofía es futuro. Una inversión en Filosofía es una inversión en muchísimos campos que competen a la misma, muchas de las cuales se hacen referencia en el artículo, tales como la Neurociencia, o quizás las que más competen a mi formación, como son la Filosofía Política o la Filosofía del Derecho.
    Como diría un filósofo que estudié con usted, un tal René Descartes: «El mayor bien que puede existir en un Estado es el de tener verdaderos filósofos».
    Larga vida a la Filosofía!

    1. Gracias Mariano por tus alabanzas a nuestro trabajo, que en este caso coincide con lo que nos gusta, la filosofía.
      Estoy muy de acuerdo contigo en la idea de que esta puesta en duda del papel que pueden jugar las humanidades y la filosofía en articular, no es más que la puesta en práctica de una estrategia que tiene como fin último eliminar cualquier discurso crítico con la realidad a la que nos quieren enfrentar. El modelo social, poítico y económico actual exige la eliminación del pensamiento crítico, y de esa actitud de sopecha a la que incita la filosofía ante el discurso del poder.
      Permíteme sin embargo que yo tenga una visión más humilde de la filosofía. A mí me sigue gustando la idea de que la filosofía es fundamentalmente un saber de segundo orden. Un saber que se estructura trabajando sobre los conceptos que aparecen en otras disciplinas, aunque también la filosofía puede generar concepos propios que son por otras áreas del conocimiento.
      Siempre es agradable, y facilita mucho el trabajo creeme, encontrar alumnos/as a los que le interesa la materia que se imparte. También es verdad que es responsabilidad de los profesores hacer que lo que s dice en las clases de filosofía sea algo que los alumnos/as puedan aplicar a la hora de analizar la realidad en la que viven, de aí mi rechazo a esa filosofía especulativa que nos habla de la claridad de lo claro, y de los perros que perrean.
      Gracias de nuevo

  2. En verdad,los estudiantes de filosofía también podrían cuestionar si es sensato que personas de cuyos estudios,forma de entrar en política y en algunos casos hasta utilidad( y en estos tiempos más) se dudan y mucho, deban decidir si la filosofía se queda,o se va.

    1. Efectivamente Pilar. Ahora que vemos como nuestros «representantes» necesitan asesores para decir que se puede tomar café en Madrid, o como recurren a juegos de palabras, que ni el propio Heidegger se atrevería a hacer, para justificar lo injustificable, las dudas sobre el nivel de preparación de los políticos están más que justificadas. Esto nos llevaría al tema que se discute en 2º de bachillerato, al estudiar la filosofía política de Platón, sobre la formación del gobernante. Pero es posible que no sea un tema grato para los políticos.

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